jueves, 20 de agosto de 2009

Del hartazgo social y politico .








Las materias que tomare primeramente como punto de partida de este pequeño escrito , es la impunidad y la corrupción, ambas son generadas por el sistema burocrático y por el sistema de impartición de justicia, ambas son instrumentos de los que se vale la política , vale señalar la política partidista , para alcanzar sus objetivos personales , de bloque o corporativos .

Señalar una y otra vez la podredumbre en la que se encuentra atascado , el país o el hartazgo que tiene la sociedad por la falta de honestidad y de proceso electorales y judiciales o políticos limpios , señalarlos , no soluciona , nada , pero si , hace que otros , se identifiquen que el problema y personalmente nos solidaricemos con los dos recursos que ocupan los poetas o lo liberadores , que son la dignidad y la revolución .

Si y subrayo revolución, por que en estos últimos años esa palabra, suena retrograda y poco agradable, carente de tolerancia y de equidad.

Vayamos al punto : la acción política que intenta cambiar o “transformar” el mundo se dirige inevitablemente a las instituciones . Lo que se trans-forma es lo ya “formado”. Se le cambia la “forma” ya dada. Al caos o a la pura disidencia no puede transformarse ni ser disidente. Al caos se lo “forma”, se lo institucionaliza para la permanencia de la vida; a la disidencia, que es muerte y no-poder porque al no haber ningún acuerdo el poder-poner de cada uno se opone al contrario y se anulan (no pueden crear ninguna mediación para la vida), se lo supera con algún consenso. Trans-formar o cambiar no es meramente destruir: es de-construir para innovar en una mejor construcción. La revolución no es sólo ni principalmente destrucción: es tener un principio orientador tanto de la deconstrucción (no es asunto de destruir todo, sino de lo irrecuperable) como de la nueva construcción y para esto está el derecho revolucionario.

El que no tiene principio de nueva construcción (no digo reconstructivo), no es revolucionario sino un bárbaro destructor simplemente.

Para que “¡Otro mundo sea posible!” hay que inventar lentamente, sin presupuestos sabidos, humildes antes las experiencias de la base, organizaciones políticas a todos los niveles, desde los campos económicos, familiar, de vecinos, deportivos, artísticos, culturales, teóricos, etc., movimientos sociales cuyos participantes sepan también transformarse en actores políticos en diferentes instituciones no solo de la Sociedad Civil sino igualmente de la Sociedad Politica. Los partidos políticos, que deberán transformarse tanto cuanto la realidad exija, deberán jugar de todas maneras una función importante, no como vanguardia, sino como escuela de política, a la retaguardia de las masas populares, como escuelas crítica de ejercicio del poder, como elaboración de alternativas, como lugar de discusión de postulados, proyectos, modelos, fines, estrategias, tácticas, medios... para que la reproducción y desarrollo de la vida de la comunidad política sea posible, para que su participación democrática, simétrica, autorizada sea posible, dentro de un realismo de la factibilidad que nada entre la imposibilidad del liberario y la imposibilidad del conservador. La posibilidad, más allá de la posibilidad conservadora, y más acá de la imposibilidad del anarquista extremo, es creadora cuando transforma las estructuras vigentes desde el horizonte utópico que es necesario construir “¡Un mundo donde quepan todos los mundos!”

La explotación demográfica, el deterioro ambiental, la disolución del tejido social y la falta de valores éticos y morales es una clara señal de que algo esta pasando y un impulso de que la revolución puede comenzar desde nosotros.

Cristian Mendoza
elclubdelosvoladores@hotmail.com

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