viernes, 15 de mayo de 2009
15 de Mayo dia del Maestro
La docencia hoy ocupa un lugar , subestimado por muchos sectores de la sociedad , que si bien quien acoge el oficio de maestro , se advierte que tendrá que pasar ciertas penurias pero todo a cambio de una satisfacción que es la de formar a otros en valores y enseñarles a pensar por ellos mismos .
Que si bien existen varios tipos de maestros , como los del SENTE , que sueñan con sacarse una Hummer en la rifa o en ocupar un ligar en el sindicato .
Están los maestros de Oaxaca, que dejaron a sus alumnos perder 6 meses del curso escolar , por la huelga .
Están los maestros de escuelas particulares , que sin bien hacer su trabajo con esmero , no cuentan con prestaciones , ni con seguro social .
Y están los maestros rurales, de los cuales como evangelistas , van de pueblo en pueblo , a alfabetizar y a llevar la luz de la palabra y la ciencia , es maravilloso , habremos de confesar que el animo de ser maestro rural se apodero en muchas ocasiones de nosotros , pero dicha empresa se vio también muchas veces frustrada , por planes o situaciones que nos salían al paso , pero dicho animo no se a fatigado y continuando con esa misma intención , el club de los voladores , tiene un nuevo proyecto entre manos , el cual se los queremos compartir , mas adelante que este mas redondeado .
Pero lo que si es indiscutible que el día de hoy les hacemos un humilde , pero sincero homenaje a los maestros rurales y a los maestro que llevan la vocación y tiene la paciencia de ensañar y de llevar la educación a todos y a todas .
La maestra rural
Gabriela Mistral
La Maestra era pura. «Los suaves hortelanos», decía,
«de este predio, que es predio de Jesús,
han de conservar puros los ojos y las manos,
guardar claros sus óleos, para dar clara luz».
La Maestra era pobre. Su reino no es humano.
(Así en el doloroso sembrador de Israel.)
Vestía sayas pardas, no enjoyaba su mano
¡y era todo su espíritu un inmenso joyel!
La Maestra era alegre. ¡Pobre mujer herida!
Su sonrisa fue un modo de llorar con bondad.
Por sobre la sandalia rota y enrojecida,
tal sonrisa, la insigne flor de su santidad.
¡Dulce ser! En su río de mieles, caudaloso,
largamente abrevaba sus tigres el dolor!
Los hierros que le abrieron el pecho generoso
¡más anchas le dejaron las cuencas del amor!
¡Oh, labriego, cuyo hijo de su labio aprendía
el himno y la plegaria, nunca viste el fulgor
del lucero cautivo que en sus carnes ardía:
pasaste sin besar su corazón en flor!
Campesina, ¿recuerdas que alguna vez prendiste
su nombre a un comentario brutal o baladí?
Cien veces la miraste, ninguna vez la viste
¡y en el solar de tu hijo, de ella hay más que de ti!
Pasó por él su fina, su delicada esteva,
abriendo surcos donde alojar perfección.
La albada de virtudes de que lento se nieva
es suya. Campesina, ¿no le pides perdón?
Daba sombra por una selva su encina hendida
el día en que la muerte la convidó a partir.
Pensando en que su madre la esperaba dormida,
a La de Ojos Profundos se dio sin resistir.
Y en su Dios se ha dormido, como un cojín de luna;
almohada de sus sienes, una constelación;
canta el Padre para ella sus canciones de cuna
¡y la paz llueve largo sobre su corazón!
Como un henchido vaso, traía el alma hecha
para volcar aljófares sobre la humanidad;
y era su vida humana la dilatada brecha
que suele abrirse el Padre para echar claridad.
Por eso aún el polvo de sus huesos sustenta
púrpura de rosales de violento llamear.
¡Y el cuidador de tumbas, como aroma, me cuenta, las
plantas del que huella sus huesos, al pasar!
El club de los voladores .
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